Foto: Ismael Francisco / Cubadebate.cu
A veces la vida te da la oportunidad de hacer una diferencia, esperanza latente a través de un pequeño gesto de solidaridad.
Hoy tuve la suerte de escribirle una carta a un niño cubano, cuyo nombre no conozco.
Pensar en Cuba, trae a mi mente fugaces recuerdos de aquel día en que el mundo estuvo al borde de la Tercera Guerra Mundial con la Crisis de los Misiles, o las infamias de una dictadura, que le robó los sueños a un pueblo que buscó ser libre y terminó siendo esclavo.
El terror que debió haberse reflejado, en los inocentes rostros de aquellos niños, arrebatados a sus padres en la operación “Peter Pan”, impide que mire a Cuba por lo que es, un magnífico pueblo, con hombres y mujeres que luchan, que sueñan, que vuelven a tener esperanza. (1)
Al final, el brillo de la alegría, que se esboza en la mirada de la inocencia, me llevó a escribir una carta sencilla pero feliz, una carta a un amigo cubano, hombre libre del mañana, de eso estoy seguro.
La carta volará a Cuba sobre las alas de la fe, y será entregada por valientes misioneros cristianos, hermanos en Cristo que llevan luz, a donde antes había oscuridad.
(1) La operación “Peter Pan” fue orquestada por el Departamento de Estado de Estados Unidos en complicidad con la Iglesia Católica como conducto en Miami, para que con mentiras, niños no acompañados fueron situados en hogares sustitutos, campamentos, orfelinatos y reformatorios, aunque algunos se han reunido con sus familias tras varias décadas, el paradero de muchos de ellos sigue siendo desconocido. [Ver Documental]
